Rumbo a Sarin, Perú, Agosto 2025
En varias ocasiones le han preguntado cuáles han sido los momentos más hermosos de su carrera como médico, a él que trabajó en lo mas recóndito de la selva del Perú, y que mas tarde se fue al extranjero a trabajar en medicina de familia y emergencias. No fue una respuesta inmediata: tuvo que detenerse, mirar hacia atrás y recordar los instantes que, aún hoy, permanecen grabados en su memoria y en su corazón. Después de reflexionarlo, descubrió que tres momentos resumen la esencia de lo que significa ejercer esa profesión.
1. El primer llanto de una nueva vida
No existe comparación para la sensación de recibir a un recién nacido entre sus manos, a veces tener que haberles sacado del cordón que venía rodeándoles su pequeño cuello ya es una dificultad. Ese instante en el que un bebé irrumpe en el mundo con su primer llanto, esa mezcla de fragilidad y fuerza, de luz y comienzo… es indescriptible. Ver cómo respira por primera vez, cómo abre los ojos al universo que lo recibe, le recordaba siempre la razón de la vida, de haber elegido esa profesión.
2. El regreso de un corazón que dejó de latir
Otro de los instantes más impresionantes que ha vivido ocurre cuando, después de un esfuerzo intenso, el corazón de un paciente vuelve a latir tras una parada cardiaca. Pasar de la angustia al alivio en cuestión de minutos es algo que no se olvida, queda grabada en la experiencia y es una gran satisfacción. Ver que en el monitor que lleva junto a su equipo se describen nuevamente latidos, es como presenciar un nuevo nacimiento, una nueva oportunidad de vivir que no solo se debe a la suerte sino a la ciencia que sigue un orden para que todo salga bien.
3. El último suspiro de una vida completa
El tercer momento puede parecer extraño para algunos, pero para él es profundamente significativo. Acompañar a un paciente anciano en su último suspiro, cuando muere de forma natural, simplemente por el paso del tiempo, es una experiencia cargada de serenidad. Ver cómo cierra los ojos por última vez y saber que esa vida llegó a su final de manera tranquila y digna le despierta una mezcla de respeto y reflexión. Es presenciar la culminación de una historia, de un viaje completo e inolvidable.
Estos tres instantes —el nacimiento, el renacer y la despedida— forman un ciclo que resume la esencia de la existencia humana. Ser médico le ha permitido estar presente en cada uno de esos momentos, y cada experiencia ha dejado una huella profunda en él. Es en ellos que se encuentra la belleza, la responsabilidad y el honor de esa profesión.

